sábado, 14 de julio de 2012

Kuala Lumpur y Perhentian Islands, el paraíso.

Mientras Gabi resuelve formalidades burocraticas, voy a pasar un rato con vosotros. En Birmania he escrito muy poco en el blog porque las conexiones eran tan desesperantes que compré una libreta y me puse a escribir en ella. Es un relato de viaje largo que en cuanto tenga disponible compartiré online.

Llegamos ayer a Kuala Lumpur a las 11.30 pm. El albergue esta muy bien, con habitaciones individuales nuevas, aire acondicionado, wifi, y una tostadora en la cocina. En fin, lo que uno necesita para viajar agusto. Y está limpio. Esta mañana hemos salido a cambiar dinero y al contrario de mis expectativas, la ciudad me parece apasionante. La mezcla cultural es salvaje. Los velos se mezclan con las minifaldas, los indios con los turbantes, los ojos rasgados con la tez casi negra... miras al cielo y crees estar en Nueva York. Miras al suelo y parece Bangkok, miras al frente y ves una arquitectura colonial de estilo portugués colorido junto a rascacielos con halos árabes. Tienes que recordar en qué zona del mundo estás, para saber que es el sudeste asiático.
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Efectivamente, tras dos días de frenética actividad en KL, puedo decir que nos ha encantado.
El jueves tuvimos la suerte de pasear por el centro con un grupo de involucrados en el patrimonio arquitectónico. Nuestra anfitriona era Audrie, una malaya China de tercera generación. Los tecnicismos los dejaré para un artículo en el blog profesional (lo haré saber). KL quiere decir cruce fangoso de ríos. Comenzó siendo una mina de estaño cuyos trabajadores caían como moscas porque era plena jungla. La mina era muy lucrativa, seguía atrayendo colonos, que a su vez perpetuaban el pulso con la naturaleza. En la década de 1880 un incendio arrasa el enclave, construido en arquitectura tradicional malaya de madera. Ya inglesa, la ciudad se reinventa en ladrillo durante la siguiente década, que es de cuando son todos los edificios históricos. Son bonitos, pero tampoco son especialmente destacable, sin embargo, a pesar de los 80° a la sombra, es muy agradable, vibrante e impresionante la paz y respeto con que conviven las tres principales culturas: musulmanes, chinos e indios. Audrie nos explica como por ejemplo, hay más de tres tipos de cocina diferentes; los musulmanes sólo comen halal, mientras que los chinos e indios, como os podréis imaginar, las prueban todas.
Pero esto nos lo explica dentro de una mezquita, con el asentimiento y la sonrisa de los presentes.
Algo que me ha impresionado es como usan aquí el pañuelo en la cabeza las mujeres que lo llevan. Hay mil maneras diferentes. Casi todas llevan los ojos pintadísimos, incluso aquellas a las que sólo se les ven los ojos. Hay diferentes colores y formas y joyas especiales que no había visto antes. Por ejemplo hay una que se coloca para cerrar el pañuelo debajo de la barbilla que es una especie de colgante normalmente con forma de racimo de uvas y que hace un sonido agradable. Hay más, pero no quiero ser pesada.
En un sólo día hemos visto, en el barrio chino, los siguientes hoteles con nombres curiosos: KK, Merdeka y Putifin.

Y además, las Torres Petronas. Son muuuuuuucho mas espectaculares en vivo. Sólo se puede subir hasta la pasarela, que es un piso 40, por lo que no hemos subido.

Además de todo este rollo cultural que ya de por sí merece la pena, KL es un paraíso de las compras, para todos los bolsillos. Lástima que Gabi y yo en este viaje no estamos para esas, pero sí, sí, arte, imitaciones, no imitaciones... En los bajos de las Torres hay un centro comercial como no había visto ninguno. TODAS las grandes marcas impagables dentro en una especie de caracol vertical concéntrico. Como no, fotos de la selección española. De fútbol claro, no de científicos. En este, que es el cuarto país que visitamos, también nos cantan la alineación del equipo los camareros, los recepcionistas, conductores.... bueno, Iniesta dicen que es impronunciable y dicen algo así como Insaaaa.
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En un bus nocturno hemos llegado a las Perhentian Islands en el norte de la costa este. En un bote surrealista nos han soltado como a dos paquetes a las 7 de la mañana a pocos pasos de la orilla. La orilla del paraíso; playa preciosa, agua cristalina... Aquí, exactamente aquí, ahora es temporada alta. Lo normal es que en el sudeste asiático ahora sea temporada baja, pero esto es una conjugación de cuando les toca el Monzón, con cuándo es el invierno, con cómo se alían los astros y las lunas llenas y la madre del topo en almíbar. Porque no hay Dios que lo entienda. Y debe ser que los viajeros cuando van a un sito comprueban si es temporada alta o baja para ir o no ir... Nosotros eso no lo hacemos nunca. Y así nos ha pasado lo que hoy. Temporada alta y nadie te hace reserva; llegas a medio ciegas al hotel que crees que por lejos o x va a tener sitio. Y al contrario de lo esperado, la habitación que nos dicen que hay es barata, sospechosamente barata. Cuando por fin nos dan la llave a las 11 más o menos, comprobamos que efectivamente la habitación, por llamarlo de alguna manera, es una auténtica bazofia. Vamos, que si se quemara la choza en la que están ésta y otras cuantas habitaciones, el mundo seria un poquito mejor, pero la calita es tan paradisiaca que decidimos pagar tres noches. Dado que en el chamizo infesto ese no apetece estar, alquilamos unas mascaras y nos vamos a bañar a la playa. Bueno, bueno, bueno.... qué fondo. Yo ya no me acuerdo mucho de los fondos que vi con mi padre y mis tíos en Thailandia hace 15 años, pero esto es lo más me ha recordado. Miles de cientos de peces de colores imposibles, anémonas, peces payaso, bichos de formas más imposibles, almejas como platos vivas... Mañana hemos cogido un tour para bucear en 5 islas pero creo que con quedarnos enfrente de la mierda-choza, tendríamos más que suficiente. Nos han dicho que en una playa que hay por detrás a 10 minutos por la selva, se puede nadar con tortugas entre las 7 y las 9 am. Yo hasta que no lo vea no me lo creo. Hay unos pececillos que son pequeñitos y muy territoriales y si pasas por encima de su alga te largan un bocado a la pierna, pero no hacen daño.
Claro, por otra parte, digno de una mierda-choza, no venden cerveza. Los impuestos morales y económicos en bebidas alcohólicas en Malasia son muy altos y además esto está lejos de la tierra firme. Pero si le pides una cerveza al dueño y le das en mano la nada insignificante cantidad de 3 dólares, te da una lata de cerveza fresquita y pelillos a la mar (lata de cerveza del Real Madrid)
Este mismo dueño hace un rato ha dicho "big no sé qué", así que hemos ido, porque con lo parco en palabras que es, hemos pensado que tenía que ser muy big; se trataba de un lagarto como un coche de largo que movía mucho el culo al andar y que corría que se las pelaba. El móvil estaba en la cocina cargando por que en el cuchitril no hay enchufes, faltaría más. Podría ser primo hermano del dragón de Komodo.

Precios para dos personas: barco rápido 40 minutos $30, mierda-choza con ventilación cruzada natural $13, cerveza lata $3, bus 10 horas KL- Perhentian $28 (los dos), hotel en KL $30, comidas $4 (los dos), metro 50 céntimos de dólar viaje para dos.

Besos

Pd. El post anterior lo escribió Gabi. La verdad es que mi vivencia de la ceremonia de graduación de los monjes no fue la misma que la suya. Desde mi punto de vista fue impresionante. Como meterse invisible varios siglos atrás. Nadie nos prestaba la menor atención. Lo vivían muy emotivo. Algunos monjes bajaban los ojos a la bolsa, otros no. Miraban al horizonte como si no fueran humanos, mientras caminaban sobre los pétalos. La gente les paraba y se abalanzaban sobren ellos para alcanzar la bolsa y meterles pasta o lo que fuera. Supongo que su actitud impasible responde a normas y tienen que seguir el guión. Luego, aunque ellos no lo crean, son humanos y alguno sí, estaba emocionado con la bolsa llena de billetes, pero es que era impresionante. Los billetes eran de unos 20 céntimos de euro... Y algunos eran muy niños. Pero para la mayoría, se palpaba que era el día más importante de sus vidas y les costaba agarrar las lagrimas en los ojos. Y lo mejor, como casi siempre en Birmania, era la gente, las tribus de las montañas rindiendo con devoción tributo a sus tradiciones. Algunos han cambiado los turbantes por toallas, más practico. En las fotos se ve.


En las fotos, a parte de lo obvio, lo de los peces de los pies es lo que llaman Dr. Fish. Lo hicimos en KL y consiste en meter los pies en una piscina llena de peces que te comen las pieles muertas. Te van dando bocaditos, impresiona pero es muy divertido.

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